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Conoce la Imponente Cascada Qui Qui o Kiki (Chiriquí)

¡Vive tu experiencia!

Carlos Chavarria – Cascada Kiki

Esta aventura comienza con la búsqueda de una de las cascadas más grandes altas e imponentes de Panamá. Conversando con amigos y leyendo en los diferentes medios me encuentro con una cascada tan impresionante e increíble como el lugar en donde se encuentra, la imponente Cascada Qui Qui o Kiki en Soloy, un pueblo ubicado en la provincia de Chiriquí, Panamá, lugar que se encuentra dentro del territorio comarcal Ngäbe-Bugle, indígenas nativos que habitaban el territorio mucho antes de la separación de Panamá de Colombia, pero no fue hasta 1997 que se creó la comarca como tal.

Este destino tan cautivante venía dominando mis sueños y apoderándose de mi imaginación desde hace mucho tiempo. De solo pensar en cómo se sentiría escuchar el rugido de la cascada, sentir el agua en mis pies, el rocío en mi cuerpo y la sensación que me brindaría el entorno.

Un día ya decidido y convencido aproveché unos días libres que tenía y me fui a pasar 3 días y 2 noches en la comarca siendo el huésped en la casa de un Ngäbe-Bugle. Después de coordinar todo decidí agarrar las llaves de mi carro y junto con otros tres amigos nos fuimos a la comarca Ngäbe-Bugle en Chiriquí, Panamá.

Después de muchas horas al volante llegamos a la casa de Juan Carlos, quien sería nuestro enlace con los Ngäbe-Bugle y conoceríamos la cultura, tradiciones y dialecto durante los próximos días.  Juan Carlos nos brindó un espacio de su terreno para poder armar nuestro pequeño campamento y dormir en nuestras tiendas de acampar, rodeados de perros, cerdos, gallinas y muchos más animales pero en una cómoda grama que nos serviría de cama.

Al día siguiente alrededor de las 5am con el cantar de los gallos, nos levanta Juan Carlos para decirnos que es hora de alistarnos y empezar el recorrido a la Cascada Kiki. Un rico café mañanero y unas ansias dentro del grupo bastaron para llenarnos de energía y empezar a pie el camino que muchos hacen en carro desde la región de Soloy hasta la Cascada.

Realizar este trayecto a pie no sólo fue más retador sino que nos sirvió para apreciar cómo viven los Ngäbe-Bugle y poder hablar con Juan Carlos quien ha vivido allí toda su vida, sobre las diferentes tradiciones, cuentos y leyendas que ha vivido y escuchado  durante sus años viviendo en la comarca.

Durante el largo camino a la Cascada mientras Juan Carlos me daba unas pequeñas clases de Ngäbe, su dialecto indígena,  se nos unió un lindo y juguetón perrito al que llamamos Patilargo. Creímos que Patilargo simplemente quería algo de compañía o comida, pero lo sorprendente es que nos acompañó durante todo el camino de ida y de regreso.
Regresando al camino después de muchos kilómetros recorridos, varias leyendas contadas y unas pequeñas pero intensas clases de Ngäbe, se comenzaba a oscurecer el cielo, por lo que aprovechamos para cubrir nuestras maletas y ponernos nuestros impermeabilizantes y poder prepararnos para el 20% del camino que nos faltaba. En ese instante, nos agarró una increíble tormenta y llovió por un buen rato, momento que nos sirvió para descansar un poco y comer algo en una tienda que había en el camino.

Después de que escampó un poco y viendo cómo se nos iba el día decidimos continuar bajo la lluvia que ya no era tan fuerte con la esperanza de que al llegar a la cascada Kiki ya habría escampado.

Una vez llegamos al lugar en donde teníamos que comenzar a bajar, hablamos con un señor quien se nos une y nos presta unas cuerdas para facilitar nuestro descenso a través de un pequeño bosque. Ya estando cansados, agotados y más ansiosos que nunca dentro del bosque encontramos un mirador natural, un hueco entre los arboles hecho por la misma madre naturaleza mediante el cual podíamos apreciar la imponente cascada Kiki. Momento que nos llenó de emoción al fin podíamos  apreciar la poderosa cascada Kiki y escuchar su rugido a lo lejos, y ahora más emocionados que nunca seguimos nuestro descenso con mucho cuidado ya que todo estaba mojado y resbaloso.

Una vez finalizamos el último trayecto y llegamos a una pequeña cueva natural nos detuvimos un buen rato para tomar fotos de la hazaña que habíamos realizado y para capturar el momento con nuestras cámaras.  Luego de pasar un buen rato apreciando y admirando la hermosa cascada con un sol que alumbraba todo el entorno y nos ofrecía un perfecto paisaje, decidimos bañarnos un rato en las frías y refrescantes aguas de Kiki y aprovechar para hacer rappel.

Después de varias horas en Kiki escuché un estruendo, un sonido como el de un relámpago un sonido tan fuerte que me congeló y despertó todos mis sentidos de supervivencia y me puso más alerta que nunca. Volteando para todos lados tratando de ver a qué se debía o de dónde provenía dicho sonido veo a los lejos un derrumbe de piedras del tamaño de automóviles, fue impresionante ver la fuerza que agarraban y como sonaban al golpear con otras piedras partiéndose y cayendo, dirigiéndose al lugar en donde se encontraba Juan Carlos y un grupo de una mama Ngäbe y sus hijas que se bañaban. Preocupado por ellos mi amigo y yo gritamos con todas nuestras fuerzas ¡CUIDADO! ¡ROCAS! Y corrimos lo más rápido que pudimos pensando en lo peor. Por suerte la mamá Ngäbe y sus hijas salieron ilesas, pero a Juan Carlos al ver que una piedra venía justo hacia él, pudo reaccionar a tiempo y pegar un salto al agua lejos de la piedra que venía bajando con todas sus fuerzas. Lastimosamente Juan Carlos se lastimo el pie, nada grave pero tenía una cortada que si no era atendida pronto podía causar problemas a la larga.

Al ser testigos del increíble poder de la naturaleza, haber disfrutado de la Cascada, teniendo a nuestro guía herido me di cuenta que ya era hora de regresar. Hablé con el grupo y decidimos recoger todo para empezar nuestro regreso a casa. De regreso tuvimos que agarrar un carro 4×4 debido a que las lluvias habían complicado mucho el camino y Juan Carlos necesitaba llegar pronto para atender su cortada. Así que tomé a PatiLargo en mis brazos metí la maleta en el carro 4×4 y nos fuimos de regreso a Soloy. Después de cruzar ríos y caminos completamente enlodados finalmente llegamos a la casa de Juan Carlos. Ahí nos recibió su familia con un delicioso y fresco pescado con patacones, que nos alegró el estómago, el cuerpo y hasta el alma, acompañado de unas cervezas bien frías que logramos conseguir celebramos el exitoso recorrido a la Cascada Kiki y el hecho de que Juan Carlos y todo el grupo pudo llegar sano y salvo a casa.

Mo Tare Tiwe Panama <3 Niuo Nuburun KIKI

(Dialecto Ngäbe-Bugle, traducción: Yo amo Panama <3 Cascada KIKI)

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